Lanzar un dardo sin sus "alas" (la pluma) es tarea ociosa, es prácticamente imposible clavarlo en la diana. El objeto de la pluma es aumentar la fuerza de sustentación del dardo, mejorando con ello su vuelo, y estabilizar el dardo durante su trayectoria parabólica hacia la diana, mantiéndolo derecho.
La pluma afecta fundamentalmente a dos de las cuatro fuerzas que actúan sobre un dardo en vuelo: la sustentación (S) y la resistencia al avance (R). Estas dos fuerzas son proporcionales a la densidad del aire (d), al área de la pluma (A) y al cuadrado de la velocidad del dardo (V), con el coeficiente de sustentación (CS) y el de resistencia (CR), respectivamente, como constantes de proporcionalidad:
El valor de los coeficientes de sustentación y resistencia depende del ángulo de ataque del dardo, que normalmente será pequeño y positivo. La figura anterior muestra una curva aproximada para la dependencia del coeficiente de sustentación respecto del ángulo de ataque (izquierda) y respecto del coeficiente de resistencia al avance (derecha).
La fuerza de sustentación aumenta conforme crece el ángulo de ataque, hasta alcanzar un ángulo de ataque máximo a partir del cuál vuelve a decrecer. Para ángulos de ataque negativos (el dardo apuntando hacia abajo) la sustentación disminuye y puede llegar a ser nula, por lo que es muy importante que soltemos el dardo en el lanzamiento con un ángulo de ataque positivo (apuntando ligeramente hacia arriba). Por otro lado, la fuerza de resistencia al aire crece con la de sustentación pero menos rápido que ella.
De las fórmula anteriores, podemos deducir que el efecto del área de la pluma, es decir, su forma y tamaño, está directamente relacionado con la velocidad con que tiramos. Para lograr una fuerza de sustentación adecuada, una tirada de dardos lenta requiere una pluma grande, mientras que un tiro rápido puede utilizar una pluma más pequeña.
Como la fuerza de sustentación ha de compensar a la fuerza del peso, el tamaño de la pluma también está relacionado con el peso. Un dardo más pesado requiere una pluma mayor y una tirada más rápida. Ello no significa que los dardos más ligeros son mejores, ya que también se ven más afectados por pequeños errores por lo que tienen una precisión más baja.
Como dijimos en un artículo anterior, la fuerza de sustentación no se aplica directamente sobre el centro de gravedad de la pluma sino sobre el llamado centro de presiones. Los dardos se diseñan para que el centro de presiones esté detrás del centro de gravedad lo que permite que el dardo mantenga un ángulo positivo durante su vuelo.
Si cambiamos la pluma o la longitud de la varilla del dardo movemos la posición del centro de presiones, por lo que se debe evitar poner una varilla excesivamente corta, salvo en dardos muy ligeros. Por regla general, cuanto más pesado sea un dardo, más larga deberá ser la varilla, aunque tampoco debe ser demasiado larga ya que se pueden producir inestabilidades que hagan que el dardo vibre durante su vuelo.
En el tiro es muy importante el ángulo con el que el dardo se clava en la diana. Desafortunadamente, sólo se puede ver este ángulo con dardos de punta metálica, pero no con los electrónicos de punta blanda. El ángulo correcto está entre 10 y 60 grados. Si cuando tiramos tres dardos, el ángulo difiere mucho de uno a otro es que no estamos tirando adecuadamente. Generalmente, las plumas más grandes (de tamaño estándar y mayores) dan ángulos más grandes, mientras que las más pequeñas dan ángulos más pequeños. Cuanto más pesado sea el dardo más pequeño será el ángulo. También influye la velocidad de lanzamiento, a mayor velocidad menor será el ángulo.
Para afinar nuestra forma de tirar y elegir la forma más adecuada de pluma y varilla, es importante practicar con una diana de dardos metálicos, con nuestra forma y estilo de tirar, hasta conseguir que el ángulo del dardo en la diana sea el mismo para los tres dardos. Además, podemos estudiar variaciones en la longitud de la varilla, el tipo de pluma hasta que consigamos los mejores resultados.
La pluma también se encarga de estabilizar el dardo durante su vuelo, evitando que vibre, que rote y que se desvíe del plano en el que realizamos el tiro. Dedicaremos nuestro próximo artículo al estudio de la estabilidad del dardo. Sin embargo, es importante notar que el ángulo de la cruz de la pluma debe ser de noventa grados para un vuelo correcto. Si no es así, como es habitual al estrenar una nueva pluma, debemos abrir la pluma manualmente, como se observa en la siguiente figura.
Se pueden usar protectores de la pluma, pequeñas piezas metálicas que se colocan en la parte anterior de la pluma para protegerlas de los otros dardos y abrirla adecuadamente. Sin embargo, su gran problema es que se pierden fácilmente y son casi imposibles de encontrar en el suelo si se caen.
En cuanto a los aros de sujección de la pluma, hay controversia respecto de su uso. Por un lado aumentan ligeramente el peso del dardo. Por otro, fijan la pluma demasiado fuerte en el dardo, con lo que en agrupamientos cercanos de los dardos (necesarios para alcanza el tope de 180 puntos), es posible que un nuevo dardo vea obstruida su trayectoria y sea desviado por los ya clavados en la diana. Cuando las plumas están fuertemente sujetas a la barra, los desvíos son más comunes. Si la pluma está más suelta, en muchos casos saltará y evitará en gran parte el efecto del desvío.
En resumen, es imposible recomendar la forma y tamaño correcto o mejor para la pluma. Todo depende muchísimo de nuestra manera de tirar.
Francisco R. Villatoro
Profesor de la Universidad de Málaga