¡Cuántas veces te me has engalanado,
clara y amiga noche! ¡Cuántas, llena
de oscuridad y espanto, la serena
mansedumbre del cielo me has turbado!
Estrellas hay que saben mi cuidado
y que se han regalado con mi pena;
que entre tanta beldad, la más ajena
de amor tiene su pecho enamorado.
Ellas saben amar y saben ellas
que he contado su mal llorando el mío,
envuelto en los dobleces de tu manto.
Tú, con mil ojos, noche, mis querellas
oye y esconde, pues mi amargo llanto
es fruto inútil que al amor envío.
Francisco de la Torre
Bella es mi ninfa, si los lazos de oro
al apacible viento desordena;
bella, si de sus ojos enajena
el altivo desdén que siempre lloro.
Bella, si con la luz que sola adoro
la tempestad del viento y mar serena;
bella, si a la dureza de mi pena
vuelve las gracias del celeste coro.
Bella si mansa, bella si terrible;
bella si cruda, bella esquiva y bella
si vuelve grave aquella luz del cielo,
cuya beldad humana y apacible
ni se puede saber lo que es sin vella
ni, vista, entenderá lo que es el suelo.
Francisco de la Torre. (es imitación del Tasso)
¡Noche, que en tu amoroso y dulce olvido
escondes y entretienes los cuidados
del enemigo día y los pasados
trabajos recompensas al sentido!
Tú, que de mi dolor me has conducido
a contemplarte y contemplar mis hados
-enemigos ahora conjurados
contra un hombre del cielo perseguido-
así las claras lámparas del cielo
siempre te alumbren y tu amiga frente
de beleño y ciprés tengas ceñida,
que no vierta su luz en este suelo
el claro sol mientras me quejo ausente;
¡De mi pasión bien sabes tú y mi vida!
Francisco de la Torre
Sigo, silencio, tu estrellado manto
de transparentes lumbres guarnecido,
enemiga del sol esclarecido,
ave nocturna de agorero canto.
El falso mago amor con el encanto
de palabras quebradas por olvido
convirtió mi razón y mi sentido;
mi cuerpo no, por deshacelle en llanto.
Tú, que sabes mi mal, y tú, que fuiste
la ocasión principal de mi tormento,
por quien fui venturoso y desdichado,
oye tú solo mi dolor, que al triste
a quien persigue cielo vïolento
no le está bien que sepa su cuidado.
Francisco de la Torre