Si de alguna taberna en los tapices
visteis al Cid sin calza o pedorrera,
si al moro Abindarráez de Antequera
sin marlota, turbante ni terlices;
si visteis a Catón con más narices
colgado de un figón en la espetera,
visteis, Cintia, la efigie verdadera
de mi cara, colores y matices.
Demás desto, soy tonto un tanto cuanto
y tan puerco, que puedo ser poeta;
y hay, con todo esto, quien por mí se muere.
De insulso, a nadie quiero, sin ser santo;
siendo yo tal, juzgad como discreta
qué tal debe de ser la que me quiere.
D. Agustín de Salazar.
Si a la región adonde el Sol no llega
me fueses colocado, dueño mío,
donde se hiela el mar y cuaja el río
y ni uno corre ni otro se navega;
si te huyes, mi bien, a la Noruega
en los rigores del invierno frío
o adonde en el ardiente y seco estío
golfo de rayos la Etiopía anega;
si en el Africa estéril y arenosa
de víboras ardientes habitada
te viese entre sus áspides más fiera,
tal es de Amor la fuerza poderosa
que si a éstas partes fueras trasladada,
lleve el diablo mi vida si allá fuera.
D. Agustín de Salazar