Gusté la infancia sin haber gozado
el dulcísimo néctar que bebía;
pasé la adolescencia en la porfía
de estudio inútil, mal aprovechado;
la juventud se llevan Marte airado,
Amor injusto, rústica Talía,
sin acordarme que vendrá algún día
la corva ancianidad con pie callado.
Y cuando llegue, que será temprana,
¿qué empresa entonces seguiré contento?
¿La de triunfar de mí? ¡Ceguera insana,
esperar el más arduo vencimiento,
quien el día perdió con su mañana,
en la noche infeliz del desaliento!
Eugenio Gerardo Lobo
Mucho galón y un blondo peluquín,
un latiguillo y bota a lo dragón,
ir al Prado en caballo muy trotón
y llevar a la mano otro rocín;
decir: "¿No entiende Eugenio lo del Rin?",
mirar muy de falsete un escuadrón,
y en todo caso vaya, en la ocasión,
primero que a las balas, al botín;
ser siempre de contrario parecer,
de todos los que mandan, decir mal,
y después ir con ellos a comer;
pretender, y quejarse de fatal;
que con estas lecciones podrá ser
en un mes un gallina general.
Eugenio Gerardo Lobo