Hoy, por piedad de su Hacedor, le ofrecen
prendas de sentimiento sus hechuras;
llama el Sol a la noche y las escuras
sombras apriesa en tiempo ajeno crecen.
De la vida asaltadas, se estremecen
atónitas las mudas sepulturas,
libran sus cuerpos a las almas puras
y a los justos vivientes aparecen.
Las piedras se quebrantan y, a su ejemplo,
visten los astros voluntario luto;
rómpese el velo místico del Templo,
da cualquier obra al llanto algún tributo,
¿y yo, siendo la causa, lo contemplo
con pecho alegre y con semblante enjuto?
Bartolomé Leonardo de Argensola.
Bílbilis, aunque el Dios que nació en Delos
te conserve fructífera sin daño
y cuando sobre ti desciende el año
sus guirnaldas te den todos los cielos,
y aunque hagan tus preciosos arroyuelos
fuertes las armas con el noble baño
y aunque eres patria del cortés tacaño
que en todas sus palabras puso anzuelos,
si no encadenas los infieles canes
que tu adüana a los viandantes suelta,
ni tu muro veré, ni tu camino;
que para dar hasta Madrid la vuelta,
embarcarme en Colibre determino,
aunque la dé mayor que Magallanes.
Bartolomé Leonardo de Argensola.
"Dime, Padre común, pues eres justo,
¿por qué ha de permitir tu providencia
que, arrastrando prisiones la inocencia,
suba la fraude a tribunal augusto?
¿Quién da fuerzas al brazo que robusto
hace a tus leyes firme resistencia
y que el celo que más las reverencia
gima a los pies del vencedor injusto?
Vemos que vibran victoriosas palmas
manos inicuas, la virtud gimiendo
del triunfo en el injusto regocijo."
Esto decía yo, cuando rïendo
celestial ninfa apareció y me dijo:
"Ciego, ¿es la tierra el centro de las almas?".
Bartolomé Leonardo de Argensola.
Lice es aquella; llega, Fausto, y mira
cómo con el cabello dora el viento,
y el rostro juvenil, de donde atento
invisibles Amor sus flechas tira.
Cúan bien con la piedad mezcla la ira
en el mirar risueño y el violento;
la boca, que entre perlas el aliento
de jazmín salutífero respira.
Juzga si yo, con más razón que Ticio,
que por Juno movió a los dioses guerra,
pudiera contra el cielo rebelarme.
¿Has visto bien, que no tiene la tierra
sujeto igual? Pues sabe que un adarme,
un adarme no tiene de jüicio.
Bartolomé Leonardo de Argensola.
Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
que ese blanco y carmín de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero también que confeséis yo quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual en rostro verdadero.
¿Qué, pues, que yo mucho perdido ande
por un engaño tal, ya que sabemos
que nos engaña igual Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos
ni es cielo ni es azul; ¿y es menos grande,
por no ser realidad, tanta belleza?
Bartolomé Leonardo de Argensola o quizás Lupercio