Di, rapaz mentiroso, ¿es esto cuanto
me prometiste presto y a pie quedo?
¿Andar mirlado entre esperanza y miedo,
cercado de respetos, hecho un tanto?
Sustos, celos, favores, risa y llanto
dalos, Amor, a quien se lame el dedo;
los que me diste a mí te vuelvo y cedo,
no quiero tomar más cosa de espanto.
Bien siento las heridas y que salgo
de tu poder para ponerme en cura,
porque tengo aún abiertas las primeras.
Y juro por la fe de hijodalgo
de si mi buen propósito me dura
de no partir de hoy más contigo peras.
Baltasar del Alcázar.
Cercada está mi alma de contrarios;
la fuerza, flaca; el castellano, loco;
el presidio, infïel, bisoño y poco,
ningunos los pertrechos necesarios.
Los socorros que espero, voluntarios,
porque ni los merezco ni provoco;
tan desvalido, que aun a Dios no invoco
porque mis consejeros andan varios.
Los combates, continuos, y la ofensa;
los enemigos, de ánimo indomable;
rota por todas partes la muralla.
Nadie quiere acudir a la defensa...
¿qué hará el castellano miserable
que en tanto estrecho y confusión se halla?
Baltasar del Alcázar.
Amor, no es para mí ya tu ejercicio,
porque cosa que importa no la hago;
antes lo que tu intentas yo lo estrago,
porque no valgo un cuarto en el oficio.
Hazme pues, por tu fe, este beneficio:
que me sueltes y des carta de pago.
Infamia es que tus tiros den en vago:
procura sangre nueva en tu servicio.
Ya yo con solas cuentas y buen vino
holgaré de pasar hasta el extremo;
y si me libras de prisión tan fiera,
de aquí te ofrezco un viejo mi vecino
que te sirva por mí en el propio remo,
como quien se rescata de galera.
Baltasar del Alcázar.
Cansado estoy de haber sin Ti vivido,
que todo cansa en tan dañosa ausencia.
Mas, ¿qué derecho tengo a tu clemencia,
si me falta el dolor de arrepentido?
Pero, Señor, en pecho tan rendido
algo descubrirás de suficiencia
que te obligue a curar como dolencia
mi obstinación y yerro cometido.
Tuya es mi conversión y Tú la quieres;
tuya es, Señor, la traza y tuyo el medio
de conocerme yo y de conocerte.
Aplícale a mi mal, por quien Tú eres,
aquel eficasísimo remedio
compuesto de tu sangre, vida y muerte.
Baltasar del Alcázar.