Desde hace años existe una gran preocupación por los elevados costes sociales y medioambientales asociados al consumo de energía. Las irradiaciones de las centrales energéticas tanto de carbón de petróleo, la incineración de basura, las calefacciones, los vehículos de combustión, etc., son los máximos responsables de la destrucción directa del ecosistema, de daños en los bosques, enfermedades y dolencias en poblaciones humanas, reducción de la productividad agrícola, etc. Los efectos indirectos también son importantes: vidas perdidas en explosiones de gas, accidentes en petrolíferos y en minas de carbón, contaminación por desrrame de combustible y vertidos químicos, etc. Las soluciones a todos estos problemas siempre han estado ahí, simplemente no las hemos querido ver a causa, algunas veces, de nuestra cultura de derroche y otras por la poca visión de futuro o por intereses económicos, etc. La llave para conseguir la solución está en el ahorro de energía y en las energías renovables [75].