7.3 Responsabilidad ante el Medio Ambiente

    El desarrollo técnico plantea nuevos problemas éticos, que ni las religiones, ni las culturas ni las éticas habidas hasta ahora pueden reflexionar válidamente. Esta contradicción tiene consecuencias éticas tanto en las relaciones que el hombre establece consigo mismo como en las que establece con la naturaleza. Vivimos en una época en la cual los avances de la técnica y la ciencia son innegables, pero también debe ser innegable que unido a esos grandes avances, el mismo desarrollo científico y tecnológico traiga destrozos ecológicos que ni siquiera la ciencia ni la técnica pueden detener: la contaminación del aire, el agua y la tierra; el agotamiento acelerado de los recursos naturales, la desertificación, el calentamiento global, la aceleración de una extinción de animales y vegetales, etc. [71].
    Volvamos a la ética de responsabilidad de Jonas [14] vista en el primer apartado. Los nuevos avances de la tecnología han modificado profundamente las relaciones entre hombre y mundo. Para nuestros antecesores, la potencia humana era limitada y el mundo, en cambio, era infinito. Jonas nos muestra el ejemplo de la ciudad griega, lugar civilizado rodeado de un entorno amenazador, el de los bosques y las selvas. Pero hoy la situación ha cambiado y la naturaleza se conserva en parques naturales, rodeados de civilización y tecnología. Hoy la naturaleza es débil y está amenazada. El hombre tiene, pues, el deber moral de protegerla y ese deber aumenta en la medida que sabemos lo fácil que es destruir la vida. Jonas parte de un imperativo hipotético: la humanidad debe de sobrevivir. Y de aquí deriva su imperativo ecológico defendiendo a toda costa la necesidad de un mundo sostenible.
    En el mundo occidental, desde la revolución industrial, la actividad humana se ha centrado en el crecimiento económico y en el aumento del nivel de vida. El bienestar se ha asociado a la idea de alcanzar niveles cada vez más elevados de producción, abastecimiento, comunicaciones, transportes, etc. El problema estriba en que cuanto más se produce más recursos se necesitan y cuanto más se consume más desperdicios se generan. ¿Es este por tanto un mundo sostenible?[78]. Carl Sagan (1934-1996), científico estadounidense, decía:

«Casi a cada paso, sin embargo, hemos prestado más atención a lo local que a lo global, más a lo inmediato que a las consecuencias a largo plazo. Hemos destruido los bosques, erosionado la superficie del planeta, alterado la composición de la atmósfera, debilitado la capa protectora de ozono, trastornado el clima, emponzoñado el aire y las aguas y conseguido que los más depauperados padecieran más que nadie la degradación ambiental. Nos hemos convertido en predadores de la biosfera, poseídos de arrogancia, siempre dispuestos a conseguir todo sin dar nada a cambio. Ahora mismo somos un peligro para nosotros mismos y para los seres con los que compartimos el planeta.(…). Nuestra tecnología se ha hecho tan potente que estamos convirtiéndonos en un peligro para nosotros mismos.» [53]

    Sin duda esto requiere un poco de atención y demuestra que todos somos responsables de las consecuencias que ha sufrido el medio ambiente. Un desarrollo sostenible es básico para garantizar el futuro del planeta pero la falta formación y la falta también de sensibilidad con respecto al sufrimiento de la naturaleza, los animales y nuestros semejantes nos demuestran la poca importancia que se le da a estos temas [10]. Todos tenemos la obligación moral de colaborar para conseguir un equilibrio sostenible entre la naturaleza y el hombre. Es por tanto una responsabilidad añadida que debemos de asumir y exigir en nuestra vida privada y nuestra vida profesional.






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